Para copiar y/o imprimir cualquier imágen que contenga esta página es necesario agrandarla primero.

domingo, 28 de octubre de 2012

Definición de Figuras literarias


Entendemos por figura retórica toda modificación del uso nor­mal y corriente del lenguaje; para que dicha modificación se considere realmente como una figura retórica debe obedecer al propósito de alcanzar una expresión innovadora y atra­yente. Las figuras aparecen, sobre todo, en el ám­bi­to del lenguaje literario, lo cual no significa que sólo podamos encon­trarlas en él. Tanto en el uso cotidiano como en los distintos lenguajes especializa­dos es posible hallar un inventario rico y variado de figuras; al­gunas de ellas se uti­lizan casi inconsciente­mente; otras son deliberadas, y responden a los más diversos propósitos: la persuasión (en el mun­do de la publicidad), la necesi­dad de captar rápidamente la atención del lector y de saber mantener­la (en el periodismo), el afán de crear un efecto estético (en la literatura), etc.
El término retórica procede del latín rhetorica, el cual, a su vez, procede de una palabra griega que significa «el arte de la elocuencia», es decir, el arte de hablar bien en público y de convencer a la audiencia. Para cumplir este propósito, el rhetor, es decir, el orador, debía cono­cer y em­plear correctamente una serie de recursos que, en su mayor parte, coinciden con lo que actualmente denominamos figuras. En su aplicación contem­poránea al terreno de la literatura la retórica se ocupa de estudiar aquellos recursos expresivos que permiten al escritor conseguir los fines que en cada caso se proponga, y que pueden ser muy diversos: persua­dir, enseñar, entretener, emo­cionar, crear belleza, etc.

A la hora de analizar una determinada figura retórica no basta con identifi­carla, sino que es preciso valorar y explicar la importan­cia y significa­ción que dicha figura alcanza en un texto concreto. El objetivo que tenemos que perseguir no es, no debe ser, la confección de una lista o inventario in­conexo y deslavazado de recursos retóricos, sino la ad­quisición de la capaci­dad para determinar en cada caso el significado de una figura, es decir, para explicar qué función desempeña o qué efecto artístico produce, y por qué ha sido utilizada por el au­tor. Debemos tener en cuenta también ciertas normas de sen­tido común: en primer lugar, señalar aquello que es importante y no lo que es accesorio e insignificante; no hay que obsesio­narse con la identifica­ción de aquellas figuras que en cada caso se conocen mejor, porque tal actitud sólo conduce a la aparición de erro­res mayúsculos. Ocu­rre también con mucha frecuencia que en un mismo fragmento (sintagma, oración o verso) coinciden dos, tres, cuatro e incluso más figuras a un mismo tiempo; ser capaz de indicarlas todas es prueba de madurez y sensi­bilidad, pues el texto lite­ra­rio es un conjunto dotado de múltiples sentidos y trabajado con esmero por el autor. Por último, téngase en cuenta que, aunque las definiciones estrictas y "aca­démicas" de las figuras no importan tanto como su identificación y análisis, el alumno está obligado a conocer la terminología y a aplicarla con acierto.
Para un mejor entendimiento y aprendizaje de la gran variedad de figuras existente, podemos clasificarlas según ciertas categorías: figuras de posi­ción, de repetición, de amplifica­ción, de omisión y de apelación. Un grupo aparte lo consti­tuyen los tropos, cuyo rasgo característico es, frente al resto de fi­guras, la aparición de cambios de significado en los elementos lingüísticos empleados.

No hay comentarios: